viernes, 15 de marzo de 2013

GPS

Hace tiempo que no dedico un post a alguno de mis innumerables TOCS. Bueno… en realidad ahora que lo pienso, hace mucho que no escribo… punto. Así que vamos a sacarle un poco las telarañas a este espacio, y de paso chequeamos si mi creatividad está tan herrumbrada como pienso.

 El artículo del día de la fecha está relacionado con mi necesidad de tener el control. Para los que me vienen leyendo con alguna regularidad, no creo que esto les represente sorpresa alguna. Sin embargo, vamos a adentrarnos un poco en el problema, así como para hacer un poco de autoterapia (no sé si les dije alguna vez, estoy en contra de los psicólogos. Yo me pregunto y me contesto sola. Ts!).

 El temita se hace notar en varias facetas de mi vida (no pregunte por ahora, no voy a entrar en intimidades hoy). Empecemos con dos ejemplos pseudo-light:

 DE VACACIONES: Yo soy la que estudié y trabajo en turismo, por ende, tengo la obligación moral de saber sobre el destino, guiarme en las calles, saber que hay que ver y organizar la estadía. Punto. Se espera eso de mí y más. Por otro lado, muchas veces me defiendo en el idioma local, o al menos hablo bien inglés, con lo cual, es mi deber estar al mando. Nunca… repito… NUNCA pude relajarme y dejarme llevar. No es justo… quiero vacaciones de mis vacaciones.

 EN AUTO: Manejo, hace muchos años ya. Soy organizada (que novedad, ¿no?), y además tengo una especie de “Guía T” incorporada en la cabeza. Soy “Pepe el antiguo”, me niego rotundamente a adquirir un GPS, sin embargo, rara vez me pierdo. ¿Cuál es el problema de esto? Simple: las citas.

 Ya aprendí a dejar que me pasen a buscar. Numerosas amigas me han insultado de todas las formas posibles por insistir en ir con mi auto y ser tan independiente. Ok, ya entendí, me dejo. Pero soy un copiloto merecedor de un golpe, lo admito. No sé cómo hasta ahora nadie me bajó del auto de prepo. Ocurre que siempre conozco una mejor forma de llegar, o en su defecto empiezo a hacer preguntas del tipo “¿pero por qué agarrás por acá?”. Insufrible, lo sé.

 De todas formas, les comento que con regularidad me cruzo con tipos que llegan a casa sin ningún tipo de plan acerca de dónde ir, que hacer y mucho menos, como llegar. Noto también que una vez que descubren que yo siempre tengo un par de recomendaciones, y además me manejo fácilmente por la capital, automáticamente me dejan hacer. Confieso que eso me altera un poco, pero lo disimulo, le pongo garra. Termino decidiendo el lugar e indicando la ruta… harta me tienen.

 Entonces, digo yo… ¿la culpa es mía por terminar siempre dirigiendo? Yo creo que en realidad soy una pobre víctima de la gente improvisada. El mundo conspira para que yo no pueda relajarme y dejarme llevar. 

¿Vio que simple esto de la autoterapia? Problema resuelto. Una vez más… soy inocente. No soy yo, SOS VOS