miércoles, 7 de septiembre de 2011

DILEMA


¿Se acuerdan de mi sobrino? El del post anterior. Sí, sí… el que toma la comunión… el de la carta.

Bueno, ocurre que sus hermanos tuvieron conjuntivitis. Brutal, viral, intensa conjuntivitis que los mantuvo alejados del colegio durante una semana. Por supuesto, el hermano que venía zafando se contagió. No podía ser de otra manera. Tampoco podía ser otra semana, no, no… Tenía que ser ahora, justo antes de su comunión el sábado.

¿Y entonces? No podemos dejar al niño afuera del evento. Pobrecito. Sin embargo, probablemente contagie a varios compañeros de su curso. Tampoco lo podemos aislar como a un leproso, aunque intuyo que varias madres preferirían que el chico comulgara por separado y se fuera inmediatamente a su casa.

¿Y nosotros, los pobres familiares? Hay que saludar al chico, como mínimo. Darle un beso, participar de la reunión posterior. ¿Qué importancia tiene el riesgo de pasar varios días con los ojos en llamas, al lado de la felicidad de mi sobrino?

Emmm… bueno… no sé… pensemos. En realidad a él le importa poco y nada el evento. No somos una familia caracterizada por la fe religiosa. Lo debe hacer porque lo hace el resto del curso. ¿No?

¿Cómo dice? ¿Que estoy buscando excusas? No, no… para nada. Simplemente estoy intentando evaluar mis posibilidades de la forma más objetiva posible. Bueno sí, ya sé, los pequeños sacrificios nos permiten demostrar nuestro afecto por los seres queridos. Bla bla bla… claro… usted porque no tiene que ir. ¡Demonios!

Ok, lo acepto. No tengo opción. Lo primero es la familia

Ya que estamos… ¿Sabe si los colirios son muy caros? Ya podría ir pidiendo receta, ¿no?